domingo, 28 de marzo de 2010

La Batalla Final II

II.- los Cuatro caminos.

Los miwianos cayendo, son frenados en algo similar a paja y escombros. Las paredes que los rodean destilan una negrura única, roca muy antigua, la sensación de ahogo es terrible, aunque nadie dice nada, todos saben que están en las mazmorras de Damera, y si alguien lo duda los gritos a la lejanía, gritos de salas de tortura los convence más aún.
El niño de fuego se enciende y todos notan como, mágicamente, se abren cuatro túneles.
Todos miran a Anakoli, este asiente.
-estamos en el juego de este demonio, debemos darnos prisa, no nos separaremos.
Apenas termina la frase los túneles se deforman tomando la apariencia de trompas que succionan a cada uno.

Shuark es expulsado en un sitio extraño, el metal cubre paredes, piso y cielo. Máquinas desconocidas, arcanas, ocupan todo el lugar. El frío es intenso, con la agitación del momento, Shuark apenas lo percibe, pero un leve sonido lo hace girar inmediatamente, ante sus ojos, el piso se abre para dar paso al más escalofriante de los megaclowns, Lahora.
El demonio, sale por completo, y Shuark empieza a analizarlo inmediatamente. El cráneo que lo corona, su ojo amarillo que observa maliciosamente, mientras que el otro en cruz brilla jugando como si fuera un foco de seguridad. Sus brazos y cuerpo una combinación de piel, metales y cables. El soporte que lo conduce, un armatoste mecánico que chilla y resopla hidráulicamente al desplazarlo.
-Shuark – le dice el demonio metálico cuando lo mira – una misión suicida, mi amigo, crees que el heroísmo sea un factor a considerar, dentro de la posibilidad de rescatar a tu rey.
-si lo miras todo como números – le responde Shuark – yo creo que si, quien no se arriesga ni siquiera debe considerar la posibilidad de cumplir con una tarea.
-buena respuesta, sr de felpa, muy buena – dice Lahora – es tan segura, que lo he analizado 1000 veces, ninguno de nuestros freaks darían ni siquiera un cascabel si debiésemos salvar a Dududam. Pero ustedes, los payasos, son distintos, no responden a los factores establecidos, tienen la suerte como una aliada.
Shuark mira a Lahora, mientras hace aparecer una garra, Lahora toma pose de combate – la suerte no tiene nada que ver con esto, los felpianos creemos que si mueres es porque alguien más valioso que tú debe sobrevivir para algo especial, sea esto bueno o malo, si te dejas morir, lo único que haces es ofender al que queda en pie. Es por eso, megaclown, que luchamos siempre como si fuese la última vez que lo hacemos.
-pues bien – sonríe Lahora – las estadísticas están a mi favor, por lo tanto funcionemos como un reloj.
-bien – responde Shuark cruzando las garras, y luego arrojándolas hacia atrás haciendo que chispen al cruzar – es hora de cambiar algunos números.

...
Anakoli cae en las mazmorras de Damera, el suelo y las paredes son de piedra negra, se para ágilmente, y mira a su alrededor, nota una escala que termina en una pesada puerta de metal, esta comienza a abrirse lentamente, Anakoli se concentra pero percibe solo energías lastimeras, quizás de los prisioneros, piensa.
Se dirige hacia la puerta atraído por la luz que escapa de la habitación.
Ve hacia adentro, y lo sorprende encontrarse con una oficina común y corriente, gavetas, sillones, una máquina de escribir jokerlandeza, estantes, papeles, etc.
De pronto algo zumba y Anakoli rápidamente se expulsa hacia atrás con una voltereta, ve como una garra despedaza la puerta sin problemas.
Se mira el pecho y ve tres líneas tintas en sangre, al levantar la vista, mira como un esquelético guerrero saca la mano de la puerta, los ojos relucen por la protección.
-el jefe de la guardia real – dice Mondo Salobrom – es gracioso, si te pones a pensar es bastante gracioso ¿no lo crees?
-creer que?! - responde Anakoli, sin intimidarse.
-fuimos los que iniciamos el Miwen – dice Mondo– y seremos quienes lo terminen.
-no lo creo, Salobrom, tu papel en el Miwen termina ahora – dice desafiante Anakoli, mientras toma con firmeza su espada.
-mi buen Anakoli – ríe mondo – eres casi tan letal como yo, pero no tienes mi fuerza, deja que te explique...
-no sabía que Mondo Salobrom fuese tan bueno para chacharear – interrumpe Anakoli.
Los ojos de mondo se ajustan, y de un salto cubre la distancia entre él y Anakoli, el payaso no puede esquivar la patada que lo hace salir volando de ahí.
-gusano infeliz – le grita mondo – me es tan fácil matarte, ¿sabes? esperaba tener una buena pelea, quería incluso darte ventaja.
Anakoli se para, pero mondo lo coge de la cara y lo arroja contra una de las paredes, Anakoli choca y cae al suelo.
“es muy fuerte, me está matando” piensa Anakoli, mirando hacia todos lados tratando de ver donde está mondo, entonces, siente el silbido del aire y rueda alejándose de ahí, y ve caer a mondo con las rodillas rompiendo el piso, Anakoli se pone de pie como puede, y mira a Mondo.
-tienes miedo ¿eh? - le dice Mondo – puedo sentirlo, de hecho ese es mi poder natural, puedo absorber las emociones de los demás y hacerme más fuerte gracias a eso, sin más tu miedo me vuelve más fuerte. Y mira estas paredes, contienen a los prisioneros de Damera, cada sueño frustrado es alimento para mi, cada perdida de esperanza es una droga que fortalece mi organismo... de todo el mundo en este momento... odiaría ser tú... je je je.
Mondo empieza a correr y arroja un zarpazo que no logra impactar a Anakoli, pero destruye una pared, la manguera de la espalda arroja montones de símbolos.
Anakoli pone distancia y trata de poner orden en las ideas, dispara el rayo de su espada, pero Mondo esquiva sin problemas.
“debo serenarme” se dice “debo controlarme y evitar sentir miedo, soy un guerrero jokerlandez” y comienza a respirar sereno.
Mondo lo mira quieto, ve que Anakoli le devuelve la mirada en forma desafiante. Pero mondo se mueve rápido y lo golpea con las garras arrojándolo contra una pared.
Anakoli se queda ahí, mondo lo coge de un pie y lo saca arrojándolo por el suelo.
- que pensaste? Que el viejo mondo se vería mermado de poder cuando te tranquilizaras? - dice mondo sonriendo – patético, mi poder es mucho más complejo que eso, ahora te calmaste, solo has cambiado tu emoción, entiéndelo payaso, no absorbo el miedo, sino que las emociones, para dejar de sentir algo deberías estar muerto, jejejeje, pero eso lo arreglaremos pronto.

.......

El niño de fuego llega hasta un lugar similar al interior de una carpa de circo, todos los implementos están esparcidos y desordenados, las cuerdas, cientos de ellas cuelgan desde el cielo. El niño mira para todos lados y se centra en una caja de juguetes pequeña que se encuentra entre otras.
-me has descubierto – dice una voz desde la caja – bienvenido a mi habitación, payaso caliano.
-gracias pero me quedaré poco, debo ayudar al príncipe a rescatar al rey – le responde el Niño de fuego.
-gracioso, realmente gracioso – dice la caja equilibrándose en su ruedita – siempre me he preguntado como lo hacen para ser tan frescos y sagaces en momentos como este, momentos en los cuales están a punto de perder la vida.
-no lo sé – responde el payaso – quizás tendrías otro punto de vista, si fueses más alto, si no fueras una caja, si te hubiese querido tu familia, quizás son cosas que si influyen – cuando termina el niño se pasa la mano por la barbilla como si fuese un filosofo.
La caja sigue avanzando y vuelve a hablar.
-por tus palabras, puedo apreciar que te incomoda mi forma – le dice.
-no, no lo mal interpretes – le dice el niño cerrando los ojos y moviendo las manos – pero es que piensa, el gran fulgor le pateó el trasero a una caja en la batalla del Miwen, no se verá para nada bueno en mi currículo ¿cierto?
-entonces lo arreglaremos – dice la caja.
Se abre y un espantoso payaso sale de adentro, con sus casi cuatro metros, sus grandes brazos, el niño de fuego queda con la boca abierta, el cuerpo del megaclown termina embutido en la caja. Una gran sonrisa decora su cara y su traje amarillo a lunares multicolor, deslumbra.
Lo pesca con una mano y lo arroja contra un montón de basura sin esfuerzo, el niño ni siquiera puede evitar y sale disparado, estrellándose sin más remedio.
- ahora escucha esto – le dice el megaclown – yo el gran Toys Master, destruyó a molesto mosco de fuego, tampoco se verá bien en mi currículo.
- de acuerdo – dice el niño de fuego – no va ser bueno para ninguno de los dos, pero debemos hacerlo, por lo tanto – y sonriendo – te mataré con estilo, ¿Toys Master? Dijiste que te llamabas.
Toys Master gruñe, y apunta con la palma, el niño libra por poco, el rayo que sale desde la mano de su enemigo.

....

El campanero llega a una torre, el interior parece de piedra, por el borde en forma de espiral, pegada a la pared, una escalera, cada escalón está sujeto por magia, por eso no se ven más tabiques que un leve fulgor verde.
No veo otra salida, piensa Campanero, preocupado pisa el primer escalón, la sensación es rara, se hunden un poco y vuelven a flotar y quedar donde estaban.
Divertido, como si caminara en algodón – se vuelve a decir.
Y empieza a subir corriendo, logra subir rápidamente dos, tres y cuatro pisos. Hasta que de pronto empieza a sentir una fuerte emanación de energía, delante de él la pared se rompe, y atraviesa un puño, este queda a altura de la cara del mendigo, la mano hace un gesto e intenta agarrarlo del cuello, campanero se zafa, salta hacia atrás y pone distancia.
Al caer ejerce más presión sobre el peldaño y lentamente vuelve a levantarse.
La mole logra cruzar por la pared, destrozando gran parte de la torre. Inmediatamente los peldaño se desarman y se vuelven a poner pero ahora en el aire, campanero observa a su oponente.
El cuerpo es rechoncho y pequeño, los brazos son largos como un gorila, las manos brillan como si se quemaran, pero parece que a él no le molesta para nada. Su gran cabezota es más grande que su cuerpo, la cara inexpresiva, intranquiliza a campanero, los ojos, dos cruces, su nariz y su boca redonda no hacen nada para aclarar el estado de ánimo del megaclown, con sus dos metros cuarenta no dice absolutamente nada, ni con voz ni corporalmente.
Campanero le sonríe y agita su campana, su mano adolorida no le deja moverla como él quisiera.
A un gesto el megaclown dispara una descarga de las manos, enviando un fuerte rugido.
Campanero salta hasta la pared, corre un poco por ella, y le envía la campana, el estruendo de la campana en la cabeza replica por diez. El enemigo se gira.
-está como si no le hubiese pasado nada – se dice Campanero, luego mirándolo, le dice en voz alta – esta pelea empezó mal, me presento soy el Campanero, de la tribu de los mendigos y tú?... aunque tengo buena memoria.
-Babraman – responde el megaclown, y se calla.
-no estabas con el grupo original que atacó al rey? Eres una adquisición nueva? - le dice el campanero, como si todo esto lo encontrara muy gracioso.
Babraman lo mira, y no dice nada, levanta los brazos y corre tratando de golpear nuevamente al campanero.
Este lo salta intenta pasar la cadena, pero Babramán la rechaza de un manotazo, salta hacia atrás por sobre el campanero y cae en un peldaño este se hunde, por unos segundos la cabeza de Babramán, queda a nivel de campanero, este golpea a modo de martillo hacia arriba con las dos manos con toda su fuerza.
-es como si le diera a una roca – se dice.
El peldaño sube y vuelve a dejar a Babramán arriba, el golpe es inevitable para campanero sale volando despedido por el agujero que quedó en la pared, minutos antes.

III. Jokerlandez Antiguo

Janis, camina siguiendo a Bultami, pasan por un corredor, Janis lleva su arma desenfundada, el olor del castillo lo marea, demasiados olores, demasiados vapores, algunos no los reconoce, algunos los ha conocido gracias a este Miwen, como huele la muerte, como huele la ira, como huele la rabia y el miedo.
Se siente mal, ahora el miedo lo inunda, se va a enfrentar a aquel que logró derrotar a su propio padre, aquel que fue el más fuerte de los payasos. No estoy preparado, se dice, en algún momento confíe, pero no soy un payaso, no soy como ellos.
Al pasar por un callejón, ve a lo que cree reconocer como trekas, unos seres vestidos iguales, con la piel blanca casi azulosa, con ojos negros, y bocas parecidas a las de una piraña, tanto sus pies como sus manos están protegidos por guantes y botas de un material plástico negro reluciente, el mismo material de sus correas, el murmullo de los trekas es similar a una jauría de hienas que se alimenta de un animal muerto.
Janis se detiene, los trekas no lo miran, pero ellos no son importantes, es la interminable hilera de jaulas, todas llevan a un prisionero, en algunos casos más, varones, mujeres, ancianos, Janis no lo cree, llevan niños, niños como él, pero payasos de nacimiento, los mira, sus caras son realmente deprimentes, familias completas prisioneras de este ser, el mismo que va a encontrar ahora, el mismo que mató a su padre, el mismo que en un momento más lo va a matar, son segundos, solo segundos, su vista choca con la de un niño, este lo mira asombrado, vakuaen!, escucha, vakuaen!!, vuelven a repetir, le están gritando a él.
Quizás si hubiese escuchado esa palabra al iniciar el Miwen no le hubiese dicho nada, pero ahora no, se convirtió en algo natural, Janis, está asombrado lo entiende, el jokerlandez antiguo el idioma por nacimiento de los payasos, no es un conocimiento adquirido, es una habilidad innata, fluye y se agita en su sangre, en él solo estaba dormido, vakuaen, su pueblo lo reconoce por lo que es, es el príncipe de los payasos, entiende la lengua de su tierra, el jokerlandez antiguo no te lo enseña cualquiera, es la bienvenida de tu planeta. Y lo entiende, asiente en dirección de los prisioneros, estos lo vitorean, es un payaso, por que negarse? Se pregunta, moriré, se asegura, y que importa, acaso un payaso no debe morir por su rey y por su planeta.
Bultami se da vuelta, y se acerca a paso rápido, como si estuviese fastidiado, le coge el brazo, pero Janis lo mira y le dice: “Fama edta Vakuaen Frika” (NDT: no toques al principe, freak!)
Bultami le suelta rápidamente el brazo – una orden en jokerlandez antiguo – le dice – pero nos dijeron que no sabias nada de nada.
Janis mira esquivando a Bultami, ve la horrible puerta al final del corredor, y se adelanta ignorándolo.
-no necesito que me presentes ante Dududam, freak – le dice Janis, sin mirarlo, seguro de que Bultami sabe que no lo puede tocar, a menos que desee despertar la furia de su amo.
Bultami lo sigue gruñendo, Janis no lo escucha y llega hasta la puerta, traga saliva, y la empuja, la nube de hedor que le golpea la cara es terrible, peor a todo lo que ha sentido en Nigoch mismo. Frunce el ceño y entra a paso seguro.